NORMAN FINKELSTEIN, o la industria del holocausto.

Para pensar...
Público/MIlenio.

Norman Finkelstein, escritor judío.
¿Un judío dando argumentos a los neonazis?
La presentación en Berlin del polémico libro La Industria del Holocausto, del escritor judío norteamericano Norman Finkelstein,  que acusa a las asociaciones judías de explotar el sufrimiento vivido ante los nazis y enriquecerse con dinero procedente de empresas  y gobiernos que jugaron un papel importante  durante el nazismo, acabó ayer en enfrentamientos entre los asistentes  en el teatro Urania. Finkelstein dijo que las verdaderas víctimas sólo reciben con frecuencia indemnizaciones insignificantes, como su madre, que recibió 3,500 dólares de indemnización por el sufrimiento y las pérdidas materiales deque fue objeto. Quizá , al final, todo sea cuestión de dinero...

Dispuestos a bajarnos los pantalones ante el narco.

Román
Revueltas
Retes.




"Esta no es la guerra de Calderón; debe ser la guerra de todo México".. La frase es de Mosidés Naím y la escribe en el diario El País. Pues, justamente, plantea una cuestión esencial: ¿cómo es que, enfrentado el Estado mexicano a un enemigo que nos amenaza a todos los ciudadanos y cuyo poder ofensivo representa un peligro absolutamente inaceptable, los habitante de este país nos desentendemos de un esfuerzo colosal y, pero aún, le reprochamos  al Presidente de la república que cumpla con sus obligaciones?
¿Esta empresa no debiera despertar un gran movimiento de solidaridad ciudadana?
¿Acaso las criminales no so el enemigo a vencer, en el más estricto sentido de la palabra?
¿Cómo es que no le brindamos nuestro apoyo al encargado de llevar un tarea tan ingrata?
¿Por qué denostamos s nuestros combatientes y -olvidando principios, escrúpulos y valores- parecemos tan dispuetos a pactar con delincuentes?
¿El comandnante en jefe de las fuerzas armadas no merece la adhesión del pueblo de México?
¿Qué tipo de país es éste si no somos capaces de unirnos en los tiempos difíciles y, por  el contrario, queremos bajar los brazos, dejarde luchar, cederle  la plaza al adversario y consentir la desobediencia a las leyes?
¿No es escandaloso que la crueldad de los canallas, en vez deindignarnos, nos incite a avenirnos con ellos, a mirar hacia otro lado y añorar los viejos tiempos en que "lo mejor" era capitular y dejarlos a su aire?
¿Podemos, de todos modos, llegar a un tipo de arreglo con individuos violentos, traicioneros, inescrupulosos y desalmados?
¿Y qué suerte de negociación se puede celebrar con un adversario que por principio, no respeta regla alguna y no conoce otro lenguaje que la sangre?
¿Qué somos, un pueblo insolidario y convenenciero?
¿Y no podríamos, por un momento, olvidarnos de la politiquería y los politicastros para oponerle, al enemigo, un frente común?
Dicho en otras palbras, ¿nada puede unirnos? Ustedes dirán.


PATRIA HONOR Y FUERZA!

Boletinados.

Mi honor se llama lealtad.


PATRIA HONOR Y FUERZA