2011-10-28
2011-10-25
¿PORQUE?
Recuerdos del Pentathlón Menor Militarizado
Por: Lic. Pablo Carranza
2do. oficial egresado. Fundador de la Zona Colima del PDMU Disponible en Insigna #36 de Junio de 2003
Por: Lic. Pablo Carranza
2do. oficial egresado. Fundador de la Zona Colima del PDMU Disponible en Insigna #36 de Junio de 2003
Hace 30 años no entendía porqué nos citaban a las 7 de la mañana si el desfile comenzaba a las 11. Porqué teníamos que ir corriendo cuando nos llamaba un sargento. Porqué bajo el sol y no en la sombra, porqué bajo la lluvia y no bajo aquel tejaban, porqué en firmes durante horas...
Porqué ir todavía hasta el lago de los Caimanes, seis kilómetros más, si ya bajamos la barranca y me tiemblan las piernas. Porqué no puedo mover un dedo en filas, porqué no puedo hablar, porqué no puedo voltear a ver lo que pasa atrás, porqué no puedo ir a sentarme a la banqueta si ya me cansé de correr...
Porqué brincar esa barda tan alta, porqué enfrentarme a tres en batalla campal, porqué aguardo en esta trinchera entre espinas y lodo en medio de esta oscuridad y este frío que cala mis huesos. Porqué gritar el Pentálogo, porqué me toca hacer guardia en la madrugada. Porqué el cabello corto, porqué el mosquetón pesa tanto, porqué me arrestó el sub-teniente...
Porqué con botas boleadas si al rato estarán enlodadas, porqué pulir insignias y marracete para arrastrarme pecho tierra, porqué hacer el salto del tigre con tantas bases, porqué honores a la Bandera...
Porqué tocar el suelo sin doblar las rodillas, porqué canto "Cara al Sol" si estoy exhausto, porqué pararme frente a tanta gente en un concurso de oratoria si tengo miedo, porqué no me dejan tomar agua si tengo sed, porqué debo leer tantos libros si tengo sueño o quiero ver la tele...
Porqué tan puntual, porqué tan lejos, porqué tan duro, porqué tan alto, porqué tan difícil, porqué tan fuerte, porqué tan recio, porqué tan rápido, porqué tanto esfuerzo, porqué tanto sacrificio, porqué tanto...
30 años después lo sé bien: Porque me estaban forjando el carácter! En el Pentathlón Menor nos preparan para la vida! Porque la vida es combate y el enemigo somos nosotros mismos...
Por eso los cabos, los sargentos, los oficiales, los comandantes, me enseñaron a combatir mi pereza, mi egoísmo, mi soberbia, mi vanidad, mi apatía, mi gula, mi envidia, mi orgullo, mi ignorancia, mi mediocridad,
mis miedos, mis debilidades...
Aprendí que la vida es una guerra constante. Y que hay que combatir un día, y otro día y otro día...
Gracias Pentathlón...
(*) 2do. oficial egresado. Fundador del PDMU en Colima, Colima.
Porqué ir todavía hasta el lago de los Caimanes, seis kilómetros más, si ya bajamos la barranca y me tiemblan las piernas. Porqué no puedo mover un dedo en filas, porqué no puedo hablar, porqué no puedo voltear a ver lo que pasa atrás, porqué no puedo ir a sentarme a la banqueta si ya me cansé de correr...
Porqué brincar esa barda tan alta, porqué enfrentarme a tres en batalla campal, porqué aguardo en esta trinchera entre espinas y lodo en medio de esta oscuridad y este frío que cala mis huesos. Porqué gritar el Pentálogo, porqué me toca hacer guardia en la madrugada. Porqué el cabello corto, porqué el mosquetón pesa tanto, porqué me arrestó el sub-teniente...
Porqué con botas boleadas si al rato estarán enlodadas, porqué pulir insignias y marracete para arrastrarme pecho tierra, porqué hacer el salto del tigre con tantas bases, porqué honores a la Bandera...
Porqué tocar el suelo sin doblar las rodillas, porqué canto "Cara al Sol" si estoy exhausto, porqué pararme frente a tanta gente en un concurso de oratoria si tengo miedo, porqué no me dejan tomar agua si tengo sed, porqué debo leer tantos libros si tengo sueño o quiero ver la tele...
Porqué tan puntual, porqué tan lejos, porqué tan duro, porqué tan alto, porqué tan difícil, porqué tan fuerte, porqué tan recio, porqué tan rápido, porqué tanto esfuerzo, porqué tanto sacrificio, porqué tanto...
30 años después lo sé bien: Porque me estaban forjando el carácter! En el Pentathlón Menor nos preparan para la vida! Porque la vida es combate y el enemigo somos nosotros mismos...
Por eso los cabos, los sargentos, los oficiales, los comandantes, me enseñaron a combatir mi pereza, mi egoísmo, mi soberbia, mi vanidad, mi apatía, mi gula, mi envidia, mi orgullo, mi ignorancia, mi mediocridad,
mis miedos, mis debilidades...
Aprendí que la vida es una guerra constante. Y que hay que combatir un día, y otro día y otro día...
Gracias Pentathlón...
(*) 2do. oficial egresado. Fundador del PDMU en Colima, Colima.
2011-10-22
Se inaugura exposición del Ejército Mexicano.
Una imponente exposición del Ejército mexicano que incluye uniformes, armas, banderas, banderines, documentos, vehículos, fotografías, etc., fue inaugurada el día de ayer por el Gobernador de Jalisco y el comandante de la V/a Región militar en el Museo Trompo Mágico, con entrada gratuita.
El recorrido de la exposición requiere de tres horas para la visita.
Se incluye exhibición canina y por supuesto de caballos.
Se otorga información para planteles militares.
Además se puede disfrutar de las interpretaciones de la música marcial de Bandas de Guerra y Bandas de Música militares.
No faltes pentathleta.
PATRIA HONOR Y FUERZA.
SUBASTARAN CABALLOS DESDE 5 MIL.
La Expo Ganadera de Jalisco efectuará una subasta de caballos el sábado 29 de octubre a las 1500 horas.
Serán subastados 40 caballos de todas las razas: Ponis, Cuarto de Milla, Frisones, entre otras a precio de remate.
En general los equinos podrán adquirirse a mitad de precio de lo normal.
Interesados presentarse en las instalaciones de la Unión Ganadera de Jalisco, donde podrán visitar el stand del Pentathlón.
PATRIA HONOR Y FUERZA.
2011-10-21
Pruebas Ecuestres Panamericanas.
En un ambiente de contagiosa algarabía la ciudad de Guadalajara es anfitriona de los XVI Juegos Panamericanos. Hasta la fecha todo marcha sobre ruedas. La fastuosa ceremonia inaugural marcó la pauta del éxito, salvo la torpe participación de Mario Vázquez Raña y el cantante Vicente Fernández que desentonó y cambió el texto del Himno Nacional.
Miembros del Escuadrón de Caballería del PDMU, participarán en el staff de los Concursos Ecuestres seleccionados por el coordinador general de tales pruebas el Mayor de Caballería Roger Barceló (quien fuera discípulo del General Humberto Mariles, gloria olímpica ecuestre), particularmente los 1/er Of. de Cab. Osvaldo Ortega Pérez y 3/er. Of. de Cab. Mónica de los mismos apellidos.
PATRIA
HONOR
FUERZA
2011-10-10
¿romper paradigmas?
¿ROMPER PARADIGMAS?
He escuchado voces, al interior del Pentathlón, que exigen un “cambio profundo”. Dicen que debemos “romper con el pasado”, que debemos “romper paradigmas”. Y no se realmente qué significa eso.
No se si eso significa cambiar los colores del uniforme, o no usar uniforme; sustituir al águila bicéfala del escudo o modificar los puntos del Ideario. No se si quieren que cambie la estructura jerarquica y seamos como una asamblea democratica donde todo se decida por mayoría de votos, con un moderador. Que renunciemos a la disciplina militar, los grados, los mandos. Que no se den órdenes sino sugerencias. Y que dejemos de ser amigos del Ejercito Mexicano.
No se si quieren que reneguemos de los fundadores, los ignoremos o los neguemos. O que dejemos de hacer honores a la Bandera Nacional. No se si quieren que los cadetes se dejen el cabello largo, o que se tatúen el brazo y que las del femenil se pongan aretes en los labios. Que grafitien las paredes “para que se expresen”, que adopten las modas ridículas que nos impone la decadencia moral de Estados Unidos, o que formemos batallones de emos, de darketos, y de punks.
No se.
No se si su intención es que dejemos de revisar la historia, de buscar la verdad, de enaltecer a los héroes y de señalar a los traidores. No se si quieren que cambiemos los nombres de las unidades: Lenin por Zapata; Juan Álvarez en vez de Francisco Márquez; o cambiar al Batallón Activo de San Blas por el Batallón Flores Magón.
No se si debemos dejar de combatir al comunismo y de condenar al super-capitalismo de Wall Street. No se si debemos dejar de recitar todos los días el pentalogo y mejor cantar Let it be tomados de las manos. No se si pretenden que ahora prediquemos la paz y dejemos de hacer la guerra (¡tenemos mas de 70 años en guerra!). No se si buscan que apoyemos el aborto, que dejemos de señalar a la homosexualidad como una enfermedad, y que no seamos ya una pesadilla de los políticos demagogos y corruptos.No se.
No se si debemos callar ante las injusticias, dejar de defender al débil, de hablar de honor, de enaltecer el orgullo nacional o que dejemos de exhibir nuestro amor a la patria. No se qué quieren.
No se si “romper paradigmas” significa relajar la disciplina del deporte, predicar el amor libre, que busquemos el éxtasis en las drogas o en las doctrinas orientales; que adoptemos lo esotérico y la nueva era de acuario. Que en las academias enseñemos las cartas astrales, las runas, los horóscopos, el materialismo dialéctico, la brecha generacional, la lucha de clases, la “igualdad” de géneros, la “liberación” femenina, la “revolución” sexual y el fin del nacionalismo.
No se si “romper con el pasado” significa que quieren que dejemos de defender a la familia y la honestidad, y el carácter, y la lealtad, y la fidelidad, y el trabajo, y la decencia…
No se.
PATRIA-HONOR-FUERZA
He escuchado voces, al interior del Pentathlón, que exigen un “cambio profundo”. Dicen que debemos “romper con el pasado”, que debemos “romper paradigmas”. Y no se realmente qué significa eso.
No se si eso significa cambiar los colores del uniforme, o no usar uniforme; sustituir al águila bicéfala del escudo o modificar los puntos del Ideario. No se si quieren que cambie la estructura jerarquica y seamos como una asamblea democratica donde todo se decida por mayoría de votos, con un moderador. Que renunciemos a la disciplina militar, los grados, los mandos. Que no se den órdenes sino sugerencias. Y que dejemos de ser amigos del Ejercito Mexicano.
No se si quieren que reneguemos de los fundadores, los ignoremos o los neguemos. O que dejemos de hacer honores a la Bandera Nacional. No se si quieren que los cadetes se dejen el cabello largo, o que se tatúen el brazo y que las del femenil se pongan aretes en los labios. Que grafitien las paredes “para que se expresen”, que adopten las modas ridículas que nos impone la decadencia moral de Estados Unidos, o que formemos batallones de emos, de darketos, y de punks.
No se.
No se si su intención es que dejemos de revisar la historia, de buscar la verdad, de enaltecer a los héroes y de señalar a los traidores. No se si quieren que cambiemos los nombres de las unidades: Lenin por Zapata; Juan Álvarez en vez de Francisco Márquez; o cambiar al Batallón Activo de San Blas por el Batallón Flores Magón.
No se si debemos dejar de combatir al comunismo y de condenar al super-capitalismo de Wall Street. No se si debemos dejar de recitar todos los días el pentalogo y mejor cantar Let it be tomados de las manos. No se si pretenden que ahora prediquemos la paz y dejemos de hacer la guerra (¡tenemos mas de 70 años en guerra!). No se si buscan que apoyemos el aborto, que dejemos de señalar a la homosexualidad como una enfermedad, y que no seamos ya una pesadilla de los políticos demagogos y corruptos.No se.
No se si debemos callar ante las injusticias, dejar de defender al débil, de hablar de honor, de enaltecer el orgullo nacional o que dejemos de exhibir nuestro amor a la patria. No se qué quieren.
No se si “romper paradigmas” significa relajar la disciplina del deporte, predicar el amor libre, que busquemos el éxtasis en las drogas o en las doctrinas orientales; que adoptemos lo esotérico y la nueva era de acuario. Que en las academias enseñemos las cartas astrales, las runas, los horóscopos, el materialismo dialéctico, la brecha generacional, la lucha de clases, la “igualdad” de géneros, la “liberación” femenina, la “revolución” sexual y el fin del nacionalismo.
No se si “romper con el pasado” significa que quieren que dejemos de defender a la familia y la honestidad, y el carácter, y la lealtad, y la fidelidad, y el trabajo, y la decencia…
No se.
PATRIA-HONOR-FUERZA
2011-10-05
POESIA DE COMBATE...
SEGUIR, SEGUIR....
Hay veces que no se ve nada.
Hay veces que parece que hubieran sustraído
[los motivos.
Hay veces que ya no queda nadie,
que no se escuchan ruidos,
que todo se ha vaciado como nunca.
Hay veces que seguir así es casi una locura.
Hay veces que seguir así parece de otro mundo.
Yo sé, he sabido, que hay veces que seguir es
[mas bien irreal,
como la reunión forzada de varios imposibles.
Hay veces que aunque uno se esfuerza y se
[esfuerza,
no se ve nada, pero sigue.
Hay veces que seguir sin vínculos, sin voces o
[indicios exteriores,
sin nada ni nadie -en la más cerrada noche de
[la adversidad,
hay veces que seguir, seguir como siempre
[transportado hacia adelante
el alma de acero y el cuerpo olímpico, movido
[por la confianza en uno mismo,
llevado por esa voluntad que florece en los obstáculos,
hay veces que seguir, sólo con la visión que da la
[ciega convicción es casi caprichoso.
Hay veces que seguir es epopéyico, hermoso.
Hay veces que no se ve nada.
Hay veces que parece que hubieran sustraído
[los motivos.
Hay veces que ya no queda nadie,
que no se escuchan ruidos,
que todo se ha vaciado como nunca.
Hay veces que seguir así es casi una locura.
Hay veces que seguir así parece de otro mundo.
Yo sé, he sabido, que hay veces que seguir es
[mas bien irreal,
como la reunión forzada de varios imposibles.
Hay veces que aunque uno se esfuerza y se
[esfuerza,
no se ve nada, pero sigue.
Hay veces que seguir sin vínculos, sin voces o
[indicios exteriores,
sin nada ni nadie -en la más cerrada noche de
[la adversidad,
hay veces que seguir, seguir como siempre
[transportado hacia adelante
el alma de acero y el cuerpo olímpico, movido
[por la confianza en uno mismo,
llevado por esa voluntad que florece en los obstáculos,
hay veces que seguir, sólo con la visión que da la
[ciega convicción es casi caprichoso.
Hay veces que seguir es epopéyico, hermoso.
El Alcázar de Toledo, lección para la humanidad.
VIGENCIA DE MOSCARDÓ
Historiadores, militares, políticos, cineastas, en fin, todos escribieron o hablaron sobre la gesta del Alcázar de Toledo. Paradójicamente, del entonces coronel y luego teniente general Moscardó, héroe de la resistencia nacional, sólo se ha recordado su histórica y lacónica frase “Sin novedad en el Alcázar”, emitida al recibir las fuerzas liberadoras de Toledo, al mando del general Varela.
Hoy tendremos el privilegio de repasar la historia de un heroísmo que conmovió al mundo entero, desde la palabra misma de su principal protagonista. Para ello tomaremos la obra “General Moscardó (Sin novedad en el Alcázar)”, escrita por su ayudante, el comandante Benito Gómez Oliveros y corregida por el mismo Moscardó. El libro fue publicado en el año 1956, año de la muerte del Conde del Alcázar de Toledo.
LOS RELIGIOSOS DE TOLEDO Y EL ALCÁZAR
A pesar de ser Toledo una ciudad decididamente católica, poblada de iglesias, conventos y cofradías, no hubo un sólo religioso que haya querido internarse en el Alcázar, para asistir espiritualmente a quienes resistían a las hordas rojas cruz en mano. Así lo recuerda Moscardó:
“Nunca he entendido por qué algún o algunos sacerdotes o frailes de Toledo no vinieron con nosotros al Alcázar, sobre todo estando tan perseguidos… No sé si entre ellos hubo acuerdo, por alguna razón, falsa desde luego, de tipo moral. No sé. Creo que no subieron porque no quisieron, si bien es cierto que a nadie se avisó y en la guarnición ya se sabe que estaban suprimidos los capellanes castrenses”.
EL ASEDIO Y LA FAMILIA
Moscardó jamás pensó que el dejar a su familia fuera del Alcázar iba a marcar tan dolorosamente su vida.
“Fuera los creía seguros porque jamás pensé que seres tan inocentes sirvieran para tomar represalias”.
“Cuando llegó la hora real de encerrarse dentro del Alcázar, busqué a Luis, que andaba loco de contento entre todos, con un fusil al hombro. Había yo luchado mucho en mi interior antes de decidirme; pero urgían los minutos y yo necesitaba ser absolutamente dueño de mi mismo, sin otra preocupación. No recuerdo haberme puesto patético, ni siquiera a pesar de mi honda fe cristiana hice exteriormente una especial y particular ofrenda a Dios de aquel instante. Sencillamente llamé a mi hijo. Sus ojos brillaban exaltados y esto lo hacía todo más difícil; fueron quizás los más poderosos obstáculos que debí vencer.
“— Luis, hijo mío; tu madre está sola en Toledo. Ya sabes que Carmelo sólo tiene dieciséis años. Quiero que te vayas.
“— ¿Qué me vaya del Alcázar, papá?
“— No hay otro remedio.
“— Pero papá, ¿cómo puedes tú mandarme eso?
“— Te lo mando porque creo es lo mejor y lo más conveniente para vosotros y para mí. Os iréis a Madrid. Tenemos amigos que nos ampararán…
“Salió el chico sin replicar una sola palabra. Sólo Dios pudo valorar la honda amargura de aquel momento en su corazón y en el mío…”
El tormento lo persiguió hasta el último día: “¿Debí o no debí dejar a Luis en el Alcázar?”
El Diario de Operaciones del Comandante del Alcázar, escrito de puño y letra por Moscardó señala:
“Día 23 de julio. Jueves. A las cuatro y treinta un avión enemigo efectuó un reconocimiento sobre el Alcázar y alrededores. A las diez horas el Jefe de las Milicias llamó por teléfono al Comandante Militar notificándole que tenía en su poder un hijo suyo y que lo mandaría fusilar si antes de diez minutos no nos rendíamos, y para que viese que era verdad, se ponía el hijo al aparato, el cual, con gran tranquilidad, dijo a su padre que no ocurría nada, cambiándose entre padre e hijo frases de despedida de un gran patriotismo y fervor religioso. Al ponerse al habla el Comandante Militar con el Jefe de las Milicias, le dijo que podría ahorrarse los diez minutos de plazo que le había dado para el fusilamiento de su hijo, ya que de ninguna manera se rendiría el Alcázar…”
Tanta hombría de bien, tanto valor patriótico, tanto fervor religioso, hizo que el despiadado Jefe de las Milicias, inmediatamente de colgar el teléfono, tuviera un instante de desconcierto y expresara con sorpresa y admiración: “¿Qué clase de hombre es Moscardó? ¿Y qué clase de hombre es ese chico tan joven, tan alegre, que así acepta la muerte?”
SIN NOVEDAD EN EL ALCÁZAR
Moscardó refirió siempre a las enseñanzas de la escuela militar, en particular, tenía grabado que: “El oficial que reciba orden de mantener su puesto a toda costa, lo hará”. Preguntado quince años después si él dijo convencido que el Alcázar estaba “sin novedad”, respondió:
“Así lo creo y así lo creí entonces. El Alcázar y yo no hicimos otra cosa que cumplir con el deber. Para la fortaleza y para el soldado era lo de menos la artillería, que apenas dejó piedra sobre piedra; los insomnios, el hambre, la suciedad, las minas y el hijo cuyo sacrificio fue inevitable… El Alcázar fue para mí y para todos los que se colocaron voluntariamente a mis órdenes, la ocasión única de dar hasta la vida por nuestro honor y el de España. Una vez en el Alcázar sólo importaba esto, y el que se volviese atrás tenía que considerarse cobarde y traidor”.
DE LA PEOR MANERA
Contra lo que es la creencia popular, Moscardó no supo, durante todo el asedio, la suerte seguida por su familia. Tampoco habrán querido agobiarlo con semejante noticia en el primer momento de la liberación. Fue luego de rezada la Misa en los sótanos del Alcázar y de distribuidas las órdenes que, el entonces coronel, se dirigió a establecer su puesto de mando en el Hotel Castilla:
“Al llegar a la mitad de la cuesta se me acercó un hombre desconocido y a quien luego nunca he querido conocer, me dio la enhorabuena por el triunfo del Alcázar y después, como gozándose en lo que pensaba decir, añadió: — Al mismo tiempo le doy a usted el pésame por el fusilamiento de su hijo Luis, que tuvo lugar en Toledo el día 23 de agosto. Me quedé como atontado al oírlo, porque, aunque eso fue lo que me dijo por teléfono el Jefe de milicias de Toledo, yo nunca creí que existiese tanta maldad en los hombres. No supe que responder; creo que entre dientes dije, más para mí que para nadie: «Pero ¿por qué? Él ¿qué culpa tenía?…» También —añadió— han fusilado a su hijo Pepe en Barcelona… El momento fue tan duro, tan cruel, que sentí mis piernas aflojarse como si no me pudieran sostener… Éste era el precio de mi gloria. Nunca podría sentir vanidad por algo que, siendo mío, habían pagado tan caro mis hijos”.
HUMILDAD
Si hubiese que definir a Moscardó, quizás podríamos decir que fue un gran español. No es poco título, pero tampoco suficiente. Moscardó fue grande y humilde a la vez, fue ocurrente, cariñoso y alegre (“me gustaba desfilar a los acordes de «La Giralda» u otro pasodoble cualquiera con tal que fuese muy alegre…”), hasta donde la pesada y dolorosa cruz que cargaba se lo permitía. Fue simple en sus gustos (“unos entremeses con buenos taquitos de jamón serrano”) y austero en sus pretensiones personales.
Esa humildad lo llevaba a decir “Cuando me muera no me vistáis con el uniforme de Teniente General, sería una mascarada. Envolvedme sencillamente en una sábana”. O cuando minimizaba su actuación personal en la gesta: “Lo del Alcázar, todo fue un milagro”.
Hay una anécdota que cuenta su asistente y que pinta de cuerpo entero la sencillez de Moscardó. Con frecuencia, el ya teniente general concurría a la Cripta del sótano del Alcázar a rezar por los que en él quedaron. En una de sus últimas visitas, próximo el fin de sus días, ingresó acompañado de sus dos ayudantes. El Alcázar era entonces punto de peregrinaje de turistas de todo el mundo, ávidos de recuerdos del épico enfrentamiento. La presencia de Moscardó conmocionó el lugar. Fue centro de atención de todas las miradas. Gritos acallados, lágrimas silenciosas: honor y respeto al héroe. Nada de esto percibió el general, al volver al auto un ayudante dijo:
“— De verdad que los extranjeros que estaban hoy en el Alcázar han tenido suerte. La alusión clarísima la entendía cualquiera, menos el General, que preguntó convencido:
“— ¿Por qué?
“— Porque… hace un sol espléndido en Toledo”.
Carlos García
Historiadores, militares, políticos, cineastas, en fin, todos escribieron o hablaron sobre la gesta del Alcázar de Toledo. Paradójicamente, del entonces coronel y luego teniente general Moscardó, héroe de la resistencia nacional, sólo se ha recordado su histórica y lacónica frase “Sin novedad en el Alcázar”, emitida al recibir las fuerzas liberadoras de Toledo, al mando del general Varela.
Hoy tendremos el privilegio de repasar la historia de un heroísmo que conmovió al mundo entero, desde la palabra misma de su principal protagonista. Para ello tomaremos la obra “General Moscardó (Sin novedad en el Alcázar)”, escrita por su ayudante, el comandante Benito Gómez Oliveros y corregida por el mismo Moscardó. El libro fue publicado en el año 1956, año de la muerte del Conde del Alcázar de Toledo.
LOS RELIGIOSOS DE TOLEDO Y EL ALCÁZAR
A pesar de ser Toledo una ciudad decididamente católica, poblada de iglesias, conventos y cofradías, no hubo un sólo religioso que haya querido internarse en el Alcázar, para asistir espiritualmente a quienes resistían a las hordas rojas cruz en mano. Así lo recuerda Moscardó:
“Nunca he entendido por qué algún o algunos sacerdotes o frailes de Toledo no vinieron con nosotros al Alcázar, sobre todo estando tan perseguidos… No sé si entre ellos hubo acuerdo, por alguna razón, falsa desde luego, de tipo moral. No sé. Creo que no subieron porque no quisieron, si bien es cierto que a nadie se avisó y en la guarnición ya se sabe que estaban suprimidos los capellanes castrenses”.
EL ASEDIO Y LA FAMILIA
Moscardó jamás pensó que el dejar a su familia fuera del Alcázar iba a marcar tan dolorosamente su vida.
“Fuera los creía seguros porque jamás pensé que seres tan inocentes sirvieran para tomar represalias”.
“Cuando llegó la hora real de encerrarse dentro del Alcázar, busqué a Luis, que andaba loco de contento entre todos, con un fusil al hombro. Había yo luchado mucho en mi interior antes de decidirme; pero urgían los minutos y yo necesitaba ser absolutamente dueño de mi mismo, sin otra preocupación. No recuerdo haberme puesto patético, ni siquiera a pesar de mi honda fe cristiana hice exteriormente una especial y particular ofrenda a Dios de aquel instante. Sencillamente llamé a mi hijo. Sus ojos brillaban exaltados y esto lo hacía todo más difícil; fueron quizás los más poderosos obstáculos que debí vencer.
“— Luis, hijo mío; tu madre está sola en Toledo. Ya sabes que Carmelo sólo tiene dieciséis años. Quiero que te vayas.
“— ¿Qué me vaya del Alcázar, papá?
“— No hay otro remedio.
“— Pero papá, ¿cómo puedes tú mandarme eso?
“— Te lo mando porque creo es lo mejor y lo más conveniente para vosotros y para mí. Os iréis a Madrid. Tenemos amigos que nos ampararán…
“Salió el chico sin replicar una sola palabra. Sólo Dios pudo valorar la honda amargura de aquel momento en su corazón y en el mío…”
El tormento lo persiguió hasta el último día: “¿Debí o no debí dejar a Luis en el Alcázar?”
El Diario de Operaciones del Comandante del Alcázar, escrito de puño y letra por Moscardó señala:
“Día 23 de julio. Jueves. A las cuatro y treinta un avión enemigo efectuó un reconocimiento sobre el Alcázar y alrededores. A las diez horas el Jefe de las Milicias llamó por teléfono al Comandante Militar notificándole que tenía en su poder un hijo suyo y que lo mandaría fusilar si antes de diez minutos no nos rendíamos, y para que viese que era verdad, se ponía el hijo al aparato, el cual, con gran tranquilidad, dijo a su padre que no ocurría nada, cambiándose entre padre e hijo frases de despedida de un gran patriotismo y fervor religioso. Al ponerse al habla el Comandante Militar con el Jefe de las Milicias, le dijo que podría ahorrarse los diez minutos de plazo que le había dado para el fusilamiento de su hijo, ya que de ninguna manera se rendiría el Alcázar…”
Tanta hombría de bien, tanto valor patriótico, tanto fervor religioso, hizo que el despiadado Jefe de las Milicias, inmediatamente de colgar el teléfono, tuviera un instante de desconcierto y expresara con sorpresa y admiración: “¿Qué clase de hombre es Moscardó? ¿Y qué clase de hombre es ese chico tan joven, tan alegre, que así acepta la muerte?”
SIN NOVEDAD EN EL ALCÁZAR
Moscardó refirió siempre a las enseñanzas de la escuela militar, en particular, tenía grabado que: “El oficial que reciba orden de mantener su puesto a toda costa, lo hará”. Preguntado quince años después si él dijo convencido que el Alcázar estaba “sin novedad”, respondió:
“Así lo creo y así lo creí entonces. El Alcázar y yo no hicimos otra cosa que cumplir con el deber. Para la fortaleza y para el soldado era lo de menos la artillería, que apenas dejó piedra sobre piedra; los insomnios, el hambre, la suciedad, las minas y el hijo cuyo sacrificio fue inevitable… El Alcázar fue para mí y para todos los que se colocaron voluntariamente a mis órdenes, la ocasión única de dar hasta la vida por nuestro honor y el de España. Una vez en el Alcázar sólo importaba esto, y el que se volviese atrás tenía que considerarse cobarde y traidor”.
DE LA PEOR MANERA
Contra lo que es la creencia popular, Moscardó no supo, durante todo el asedio, la suerte seguida por su familia. Tampoco habrán querido agobiarlo con semejante noticia en el primer momento de la liberación. Fue luego de rezada la Misa en los sótanos del Alcázar y de distribuidas las órdenes que, el entonces coronel, se dirigió a establecer su puesto de mando en el Hotel Castilla:
“Al llegar a la mitad de la cuesta se me acercó un hombre desconocido y a quien luego nunca he querido conocer, me dio la enhorabuena por el triunfo del Alcázar y después, como gozándose en lo que pensaba decir, añadió: — Al mismo tiempo le doy a usted el pésame por el fusilamiento de su hijo Luis, que tuvo lugar en Toledo el día 23 de agosto. Me quedé como atontado al oírlo, porque, aunque eso fue lo que me dijo por teléfono el Jefe de milicias de Toledo, yo nunca creí que existiese tanta maldad en los hombres. No supe que responder; creo que entre dientes dije, más para mí que para nadie: «Pero ¿por qué? Él ¿qué culpa tenía?…» También —añadió— han fusilado a su hijo Pepe en Barcelona… El momento fue tan duro, tan cruel, que sentí mis piernas aflojarse como si no me pudieran sostener… Éste era el precio de mi gloria. Nunca podría sentir vanidad por algo que, siendo mío, habían pagado tan caro mis hijos”.
HUMILDAD
Si hubiese que definir a Moscardó, quizás podríamos decir que fue un gran español. No es poco título, pero tampoco suficiente. Moscardó fue grande y humilde a la vez, fue ocurrente, cariñoso y alegre (“me gustaba desfilar a los acordes de «La Giralda» u otro pasodoble cualquiera con tal que fuese muy alegre…”), hasta donde la pesada y dolorosa cruz que cargaba se lo permitía. Fue simple en sus gustos (“unos entremeses con buenos taquitos de jamón serrano”) y austero en sus pretensiones personales.
Esa humildad lo llevaba a decir “Cuando me muera no me vistáis con el uniforme de Teniente General, sería una mascarada. Envolvedme sencillamente en una sábana”. O cuando minimizaba su actuación personal en la gesta: “Lo del Alcázar, todo fue un milagro”.
Hay una anécdota que cuenta su asistente y que pinta de cuerpo entero la sencillez de Moscardó. Con frecuencia, el ya teniente general concurría a la Cripta del sótano del Alcázar a rezar por los que en él quedaron. En una de sus últimas visitas, próximo el fin de sus días, ingresó acompañado de sus dos ayudantes. El Alcázar era entonces punto de peregrinaje de turistas de todo el mundo, ávidos de recuerdos del épico enfrentamiento. La presencia de Moscardó conmocionó el lugar. Fue centro de atención de todas las miradas. Gritos acallados, lágrimas silenciosas: honor y respeto al héroe. Nada de esto percibió el general, al volver al auto un ayudante dijo:
“— De verdad que los extranjeros que estaban hoy en el Alcázar han tenido suerte. La alusión clarísima la entendía cualquiera, menos el General, que preguntó convencido:
“— ¿Por qué?
“— Porque… hace un sol espléndido en Toledo”.
Carlos García
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