Por Arturo Ortega Ponce
Museo de Arqueología del Occidente. Hace seis meses se inauguró el Museo de Arquelogía del Occidente, MAO, en el viejo edificio que ocupó durante casi un siglo la XVava Zona Militar y en el que durante casi 30 fue también el Cuartel del Pentathlón Zona Jalisco, ubicado en la calle Zaragoza entre San Felipe y Reforma en el Centro Histórico de la señorial Guadalajara.
Recordamos con nostalgia quienes militamos en el Penta en tales años, cómo nuestra agrupación con el beneplácito de las autoridades militares ocupó buena parte del primer piso de tal inmueble. Ahí se instalaron por décadas las oficinas generales, el gimnasio, el depósito de armas y una terraza que colindaba con el templo de Santa Mónica. Además por supuesto teníamos acceso a todo el edificio: el frontón, los sanitarios, el hospital militar, la pagaduría, el patio central donde además de realizar ahí la instrucción pentathlónica se organizaron ceremonias de graduación y hasta bailes y obviamente con los respetos correspondientes el despacho del General Comandante de la XV zona militar.
La bella construcción que data del Siglo XVIII y que fue construido para albergar a las monjas agustinas recoletas de Santa Mónica a partir de 1914 fue la sede de la zona militar.
Ahora convertido en el MAO las autoridades civiles esperan se convierta en un atractivo cultural más, que se suma a los museos Regional, de la Ciudad, el Ejército, del Periodismo, etc.
Sin embargo como museo ha estado inactivo, pocos eventos, nula difusión, la gente acude por curiosidad para contemplar la riqueza arquitectónica de la finca pero nada más.
Ojalá el Gobierno del Estado se ocupe con mayor interés para aprovechar tan valioso espacio y acepte instalar una sala dedicada al paso del Pentathlón por entre sus muros.
Miles de anécdotas e intersantes historias pentathlónicas se registraron en el lugar. Por las noches cuando debíamos quedarnos a pernoctar, las historias de misterios y aparecidos no se hacían esperar. Había alacranes y teníamos que estar alertas sin cerra los ojos. Los extraños ruidos nos parecían de fantasmas aunque correspondían a las operaciones propias de un cuartel.
La guardia en prevención, los soldados ahí destacamentados, así como los oficiales, jefes y generales veían con respeto y admiración las actividades de los jóvenes pentathletas. Inclusive cuando el personal de nuestra Institución entraba o salía del cuartel, la guardia se formaba. .- ¡cabo de guardia!
A las 0600 y 1800 horas se izaba y arriaba la bandera nacional con los toques de ordenanza y todos los presentes saludábamos militarmente.
Luego de los acontecimientos del llamado "Movimiento Estudiantil de 1968" acaecidos en la ciudad de México, el Pentathlón dejó de hacer uso del edificio y la misma Zona Militar nos entregó en sustitución la finca que hasta entonces era dedicada a Prisión Militar, una vieja construcción a punto de caer, también del Siglo XVIII que fué el albuergue de religiosas anexa al templo de la Virgen de los Dolores y que durante el régimen juarista fue adaptado a Prisión Militar. Tal y como se observa en esta fotografía, así recibimos el inmueble. Por disposición del entonces Comandante del Pentathlón, zona Jalisco Dr. Javier Pinto Castro, nos empeñamos a la remodelación. Ahí se instaló el depósito de armas, las oficinas, la sala de juntas del Estado Mayor, oficinas para los grupos femenil y menor, comandos, tropas de auxilio, tropas de asalto, toombling, etc., y se instaló un dojo para la práctica de karate que dirigía el desaparecido Alfredo Rizo Penilla. Poco nos duró el gusto porque a los dos años se nos pidió la entrega del edificio para convertirlo en lo que hoy es la Biblioteca del Ejército.
PATRIA HONOR Y FUERZA
2012-04-25
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